Afortunadamente, estas reacciones son poco frecuentes y normalmente desaparecen al cabo de un par de horas, sin necesidad de tratamiento médico alguno.
Las víctimas de este tipo de experiencias pueden estar seguras que su malestar no durará mucho.
A menudo, las sensaciones agradables y desagradables se suceden en oleadas alternativas mientras los pensamientos suben y bajan.
Las reacciones de pánico son más habituales entre consumidores novatos con dosis excesivas (esos pasteles...) y en entornos desagradables.
En caso de hacerlo, los primerizos deberían tener la precaución de comenzar con dosis pequeñas en un ambiente cómodo y con tiempo para experimentar la droga.
Ocasionalmente, la marihuana puede producir síntomas físicos desagradables, que incluyen dolores de cabeza, vértigo, náuseas y vómitos.
Pueden estar precedidos de ansiedad, y son más habituales con dosis potentes. Algunos individuos experimentan estos síntomas de manera regular, como una reacción alérgica.
Lo más frecuente, sin embargo, es que las reacciones físicas adversas se presenten como consecuencia de una sobredosis.
Aunque no resulten nunca fatales, las sobredosis fuertes son desagradables y pueden debilitar temporalmente al paciente.
Los síntomas incluyen ansiedad, pánico, agitación, alucinaciones y fuertes taquicardias, que desembocan en inmovilidad, apatía e inconsciencia.
Afortunadamente los efectos duran poco y desaparecen con unas horas de sueño, sin necesidad de antídoto alguno.
Las sobredosis tóxicas son más escasas con la marihuana inhalada que al ingerirla oralmente, ya que los fumadores pueden percibir instantáneamente que ya tienen suficiente o que la droga es muy potente.
A lo sumo, los fumadores pueden ir "una calada más allá del punto" antes de darse cuenta de que están demasiado colocados y detener el consumo. Las dosis orales son mucho más difíciles de controlar.
No es difícil pasarse con los pastelitos y no darse cuenta de lo que te ha sucedido hasta varias horas después.
Las intoxicaciones de marihuana eran más habituales a finales del siglo pasado y principios de éste, cuando los preparados médicos eran potentes tónicos que contenían cientos de dosis por litro.





El funcionamiento de una pipa de agua es el siguiente: se toma una botella, cerrada mediante un tapón en cuya parte superior arde el tabaco y en cuya parte inferior surge un tubito que penetra en el líquido contenido en la botella. Del cuello de la botella surgen uno, dos o más tubos elásticos terminados en boquillas para los fumadores. La botella se rellena con agua aliñada con un chorrito de licor, a gusto del fumador, si bien hay que dejar un espacio de la botella con aire, es decir, no se llena hasta el borde.
La técnica de fumada es diferente a la empleada en una pipa tradicional; en este caso no hay que atacar el tabaco (aunque a veces haya que recolocar el carbón) ni preocuparse de aspirar para mantener la brasa encendida; es el carbón quien mantiene la brasa y el tabaco encendido, con independencia de nuestras caladas. La pipa de agua se fuma por tanto muy lentamente, espaciando las caladas e incluso pasándose la boquilla de unos a otros; suele emplearse en reuniones de amigos, después de cenar o comer, para fumar todos durante una larga sobremesa, mientras se toman el café y los licores. Una pipa de agua, con un solo carbón, te puede durar entre una hora y media y dos horas.


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